domingo, 14 de marzo de 2010

Historias de la noche


Ya estaba oscureciendo y decidí salir a buscar mi presa. Deambulé por las calles frías hasta que llegué al campus de una universidad. Me colé por los pasillos del campus, estaban todas las habitaciones cerradas y decidí darme un paseo por las duchas. Entré sigilosamente como era de costumbre. Sentía como el agua de una de las duchas caía, llegué hasta ella y vi a una joven chica desnuda. Su piel era tan fina que podía ver la sangre circulando por sus venas.
Mi cuerpo reaccionó a lo que mis ojos veían. Los colmillos afilados desgarraron mis encías hasta convertirse en la peor arma de muerte. La chica era muy hermosa así que decidí jugar un poquito antes de provar el manjar de sus venas. Salí del baño para esperarla a fuera.
Cuando al fin salió, provoqué un encuentro fortuito. La jovencita se ruborizó al verme y yo sonreí satisfecho.
-Hola soy Keijo. -le dediqué mi más sensual sonrisa.
-Yo Edurne. -me dijo tímidamente.
-Eres la chica más bonita que he visto en toda mi vida.
-Gracias.
-¿Me acompañas a dar un paseo? -le exigí usando mis poderes de persuasión.
Fuímos al bosque que quedaba al lado del campus. Cuando nos alejamos lo suficiente de allí la acorralé contra un árbol. Me acerqué poco a poco, sintiendo como nuevamente los colmillos hacían su aparición, hacia su cuello. Su aroma me produjo un extremecimiento, era exquisito. Posé mi mano en su nuca y la acomodé hacia atrás. Prové su fina piel con mis labios, después lamí delicadamente. Me dejé llevar por el deseo de su cuerpo y seguí besando su mandíbula hasta llegar a su boca. Sus labios carnosos se abrieron para darme paso en su húmeda lengua. Nuestras lenguas se entrelazaron como una danza frenética. Mi otra mano buscó su cuerpo con desesperación, acaricié toda su anatomía hasta encontrar su punto débil. Sus piernas se abrieron para que pudiera seguir explorándola. Acaricié su debilidad hasta que dió un pequeño respingo, cuando sentí su humedad en mi mano desgarré su ropa de un solo movimiento. Me deshice de la mía rápidamente, estaba de lo más excitado.
Introduje mi excitación en su cuerpo y comencé a moverme al ritmo de una danza frenética hasta de finalmente llegué al tan esperado clímax.
Quedó exhausta entre mis brazos,su respiración era entrecortada y su corazón latía desbordado. El palpito de su yugular me invitaba a provarla. Desgarré su fina piel perdiendo el control completamente y dejando libre al monstruo de mi interior. La sangre caliente llenó mi cuerpo proporcionándome un enorme éxtasis. Cuando su cuerpo quedó inerte entre mis brazos, lancé el cuerpo sin vida y respiré de nuevo el aire. Mis instintos estaban más desarrollados y mis poderes habían aumentado. Corrí como alma que lleva el diablo y desaparecí de allí buscando una nueva presa.